“Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique a ti y dé la vida eterna a todos los que tú les has dado (Jn, 17,1)
Hoy proclamamos el relato de la Pasión y fijamos nuestra mirada en el corazón traspasado del Redentor, en el que, como escribe San Pablo, “están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia” (Col 2, 3), más aún, en el que reside corporalmente toda la plenitud de la divinidad” (Col 2, 9).