El sábado 4 de diciembre por la tarde, en San Nicolás se celebró la Misa del Corredor. En esta eucaristía se bendijeron los dorsales de los maratonianos que así lo quisieron, y tuvo lugar también la Novena a la Inmaculada.
La meta del maratón de la vida es el encuentro con Cristo. Toda la vida se convierte en una carrera y cada uno de nosotros en un corredor, por eso la vida merece la pena ser vivida en plenitud, en cada experiencia en la que nos encontremos.